Su nombre es Nicole y es originaria de New York, y nos cuenta que comenzó con este extraño hábito desde los 4 años, días en los que solo daba algunos mordiscos a los desodorantes, mientras que hoy en día llega a comer alrededor de 15 barras mensuales.
La chica afirma que desde la mañana hasta la tarde, después de comer, no puede dejar de pensar en comer desodorantes.
"Mi mente me dice que tengo que seguir comiendo más y más", dice la adolescente. Y aunque ha intentando dejar ese vicio, dice que cuando trata de dejarlo ha sufrido dolores de cabeza y ha enfermado.
Su adicción llega a tal grado que cuando no es capaz de comer desodorante, tiene que aplicarse en la boca uno en aerosol.
Actualmente se encuentra internada y siendo tratada por especialistas que están ayudando a que su organismo recupere los buenos hábitos alimenticios, disminuyendo a la vez la ingesta diaria de desodorante.