Su nombre era Leonid Hmevel, tenía 14 años y optó por el suicidio cuando en uno de los capítulos de su serie favorita, Naruto, uno de los personajes perdía la vida.
No vamos a decir el nombre del personaje para no destripar la serie a quien la este siguiendo, pero uno de ellos perdía la vida en un capitulo, cosa que disgusto tantísimo a este joven que salto desde lo más alto de su edificio.
Publico un mensaje en una red social “Planeando un fin”, salió de su casa, subió a lo más alto de su edificio y saltó al vacio.
“Estaba viendo demasiada televisión. Ya no sabía lo que era la realidad y la ficción “, afirma su destrozado padre.
Es penoso el caso de este chico y una noticia muy lamentable, pero por otra parte también debería existir la preocupación de que este tipo de casos genere el prejuicio de que ciertas formas de entretenimiento induzcan a la violencia o el suicidio (eneste caso el anime) y sea injustamente descalificado por la sociedad. Recordemos que por ejemplo, los videojuegos ya esstán siendo objeto de dichos señalamientos, acusandolos de fomentar la violencia y la degeneración entre los jóvenes. Pero no nos confundamos por favor, estos casos de violencia extrema o depresión pueden darse en cualquier ámbito donde el fanatismo exista, incluso en los deportes o cantantes de pop. El problema no es del medio de entretenimiento en sí, sino del entorno, la educación y las relaciones sociales del individuo en cuestión.